Una villa rustica (pronúnciese: vil-la rústica, plural, villae rusticae latín, que es traducida al español como "villa rústica" o "villa de campo") o pars rustica era el término utilizado por los antiguos romanos para designar una villa ubicada en el campo,[1] dedicada a los trabajos agrícolas, a menudo como centro de una gran finca agrícola (latifundium).
El adjetivo rusticum ("del campo"), se utilizó para distinguirla de una villa urbana (o pars urbana) o de una villa otium, construida con lujo solo para el ocio. La villa rustica serviría así, tanto como residencia del propietario (dominus) de la finca y su familia (y criados) y como centro de la gestión agrícola. La parte del edificio donde se alojaba el propietario podía estar suntuosamente decorada. Además, contenía edificios separados para alojar a los trabajadores agrícolas, cobertizos y graneros para animales y almacenamiento de cultivos.[2][3][4][5][6]
Generalmente, a una villa rustica se la conoce comúnmente, de forma simple, como 'villa romana', ya que la mayoría de estas eran del tipo rústico. Este tipo de explotación agrícola apareció por primera vez en Italia en los últimos siglos de la República romana y luego se extendió por todo el Imperio.